Abstract
La cirugía es una disciplina profundamente dinámica, sometida
a los constantes avances del conocimiento médico, los cambios
en las expectativas sociales y la evolución tecnológica. En este escenario, la formación continua del cirujano no constituye una opción, sino una condición imprescindible para sostener la calidad y seguridad en la atención quirúrgica. La práctica quirúrgica exige una actualización permanente no solo de las técnicas operatorias, sino también de las competencias diagnósticas, actitudinales y éticas que definen el ejercicio
profesional.

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